Sueño que voy a arrojar las cenizas de Argentina en el delta del Tigre. Estoy en una isla, en una casa con muchos amigos, varios de ellos hijis. Se hace la hora de ir a tomar la lancha para volver. Pienso: "ahora, de camino a la lancha, tiro las cenizas al agua".
Estoy en una estación fluvial, un lugar cerrado, oscuro. Anocheció. En un momento giro la cabeza y de reojo veo el fantasma de Argentina. En colores, pero como detrás de un velo. Tiene puesto el tapado azul de mi amiga Male, que vive en la isla, y le queda como a ella, un poco chico. Trato de hacer de cuenta que no la vi. Pero me toca el brazo. Tac tac. Dos veces, con el dedo. La tengo que mirar. Está seria, triste. Me parece que si me saco unos anteojos o un sombrero que tengo puesto, la voy a dejar de ver. Me lo saco. Lo que pasa es que dejo de verla velada y la veo a todo color. Nadie más la ve. Me habla, no sé que me dice, pero no me da miedo.
Estando ahí me doy cuenta de que me olvidé las cenizas. Pasa la lancha y muchos de mis amigos se van. Nadie sabía lo que iba a hacer, nadie me pregunta nada. Me quedo con Lucila y otra chica que no sé quién es. Volvemos a la casa. Vamos de un muelle a otro, cruzamos un puente sobre un río ancho, llegamos hasta el lugar donde quiero hacer la ceremonia... y me doy cuenta de que me olvidé las cenizas otra vez. Vuelvo corriendo a la casa, sola, mientras mis amigas me esperan en el muelle. Vuelvo por otro camino que resulta ser más corto y simple. Llego a la casa. Tac tac. Dos golpes en el brazo. El fantasma de Argentina otra vez, a colores, con el tapado azul, triste, seria. Me habla, le contesto, no sé qué nos decimos.
Tomo la urna y pruebo si el mecanismo para abrirla funciona. Es una bolita de vidrio sobre la tapa que hay que remover. No ofrece ninguna resistencia y se sale. Me parece que hice lío. Corro con la urna en las manos, se sale la tapa, un poco de ceniza marrón como aserrín se vuela y cae sobre mi ropa. Dejo de correr, pero sigo caminando ligero, como si estuviera haciendo ejercicio. Se vuela más ceniza. Se me cae la urna al suelo y más ceniza se desparrama. Llego al muelle donde me esperan y me pregunto: ¿por qué voy a tirar las cenizas acá, en el río, si había decidido tirarlas en las sierras de Córdoba?
Me despierto.
Hace 12 años
2 comentarios:
Fantasma de colores (aunque triste) suena a buen augurio de Argentina.
Un fantasma de colores recorre la Argentina.
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