Su vuelta me sorprende y me alegra. La extrañaba.
Hasta que le encuentro unos libros de los evangélicos. Biblias y otras cosas también en papel de biblia, encuadernados en cuero y con los bordes de las hojas dorados. Libros de distintos tamaños, apilados prolijamente sobre una mesa. Las fajas dicen los precios, que son exhorbitantes y ridículos, tipo 72.353 y 120.352, pero sin signo $. ¿Los compró, los está por comprar, me va a decir que a ella se los regalaron y voy a tener que hacer de cuenta que le creo? Agarro los libros sin el menor respeto por su valor (ni el sagrado ni el económico) y me voy a ver a Argentina sabiendo que vuelve el quilombo.
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El otro sueño no me lo acuerdo, pero también era ella que volvía de la muerte.
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