Decía Nassera, madre de Amine, 21 años, desaparecido en Argelia, cuando la conocí, en 2002, en Bruselas:
On me demand souvent: Nassera comment fais-tu pour vivre avec ça? Je ne vis plus. Je ne pense qu'aux disparus, je dors avec les disparus, je me réveille avec les disparus.
Me preguntan seguido: Nassera, ¿cómo hacés para vivir con esto? Yo no vivo más. No pienso más que en los desaparecidos, me duermo con los desaparecidos, me despierto con los desaparecidos.
No se imaginen lágrimas ni golpes bajos. Nassera habla rapídisimo en francés, tanto que recién este año, después de compartir varios días con ella, empecé a entenderle casi todo. Nassera no llora, nunca.
Hoy se la quisieron llevar presa en Argel. Las otras madres la protegieron. Conozco la escena. Pasó con Slimane, que es hiji, cuando estuve ahí. Un policía lo prepoteaba, él se encabronaba también, el cana ya sonreía ante la perspectiva de llevárselo, babeaba. Una madre lo tiró a Slimane para atrás de la remera y las otras se cerraron en torno a él, como una manada.
Hoy sí se lo llevaron preso.
Mientras tanto, en la Disneylandia de los Derechos Humanos, seguimos hablando de las mil y un maneras de hacer memoria.