Jota y yo vamos a la casa de Estela y su marido alemán S. en Berlín. En un momento nos quedamos solos en una habitación y Jota mete en la mochila el árbol genealógico de oro de S. Está en una caja de cartón plana, como las placas conmemorativas, y en ningún momento lo vemos, pero sabemos que es el arbol genealógico de oro de S. Lo robamos. Aunque yo no esté de acuerdo y proteste todo el tiempo, lo cierto es que soy cómplice. Andamos por muchos lugares con el árbol genealógico de oro en la mochila. Nos vamos de vacaciones a un lugar con mar con el árbol genealógico de oro en la mochila. Jota cree que podemos llevarlo a Buenos Aires y venderlo ahí. Yo pienso que es una locura. Sé que hay una denuncia policial, sé que si intentamos venderlo en Berlín nos van a agarrar, sé que es imposible que pasemos los controles aduaneros con eso. Empiezo a pensar cómo devolverlo, qué decirle a Estela, se me ocurren cosas inversímiles como "guardé un pulóver en la mochila y no me di cuenta de que adentro del pulóver estaba el árbol genealógico". Cuando estamos en la cola del detector de metales, en el aeropuerto, para volver a Buenos Aires, y Jota todavía con la mochila al hombro con el árbol genealógico de oro, me despierto.
Hace 12 años