La muerte de Marina Kogan tiene algo que nos parte al medio a su generación, a los que amamos la escritura, a la comunidad de los que pasamos buena parte del día jodiéndonos ojos y espalda frente a la compu. Maru es la primera de nosotros en partir. Siempre estaba ahí, del otro lado de la fibra óptica, leyendo con atención, alentándonos. Confieso que no entraba demasiado a su blog y ahora no puedo. Pero era cosa de todos los días su presencia acá, entre mis cosas. También conocí a la Maru material, su cuerpo pequeño, su sonrisa enorme, su voz tierna. Pero para mí su muerte es esto: escribirle y que no conteste, no poder leerla, en este mundo extraño que habitamos los que nos dedicamos a escribir y que no es tan solitario como parece. La vida sigue, la sigo narrando porque no sé bien qué otra cosa hacer con ella, y Maru falta.
"estoy acá. oculta quizá, pero estoy acá. de alguna manera". Fue de las últimas cosas que tuiteó. Me gustaría contarle que ahora estoy estudiando a los fantasmas y que su frase (casi) final tiene mucho de espectral y que hay fantasmas buenos y que si ella ronda por acá seguro que es de esos.
Quiero pensar que fue una promesa, que Maru sigue acá, oculta quizá, pero acá, de alguna manera. Que nos lee a todos y que sonríe.